El miedo es una emoción humana poderosa y primitiva, nos alerta sobre la presencia de peligro. El miedo se puede dividir en dos respuestas: bioquímica y emocional. La respuesta bioquímica es universal, mientras que la respuesta emocional es altamente individual.
El miedo es una reacción en cadena en el cerebro, que comienza con un estímulo estresante y termina con la liberación de químicos que causan un corazón acelerado, respiración acelerada y músculos energizados , entre otras cosas, también conocida como la respuesta de lucha o huida.
El estímulo podría ser cualquier cosa que la persona considere peligrosa, como una araña , un cuchillo en la garganta, un auditorio lleno de gente esperando que hable, etc.
El cerebro es un órgano profundamente complicado. Más de 100 mil millones de células nerviosas comprenden una liosa red de comunicaciones que es el punto de inicio de todo lo que sentimos, pensamos y hacemos.
Algunas de estas comunicaciones conducen a pensamientos y acciones voluntarias, mientras que otras producen respuestas francas. La respuesta al miedo es casi plenamente autónoma: no la activamos sensatamente ni sabemos lo que está sucediendo hasta que ha seguido su curso.
Las células en el cerebro están constantemente transfiriendo información y soltando respuestas, hay muchas zonas del cerebro o al menos periféricamente implicadas en el miedo. Pero las grandes investigaciones han descubierto que algunas partes del cerebro juegan un papel central en el proceso:
- Tálamo: Es el que decide dónde enviar la información sensorial entrante (desde los oídos, la boca, los ojos, la pies).
- Corteza Sensorial: Encargada de interpretas la información sensorial.
- Hipocampo: Almacena y recupera recuerdos conscientes; realiza el procesamiento de conjuntos de estímulos para establecer el contexto.
- Amígdala: Se encarga de decodificar las emociones, determina una posible amenaza y almacena los recuerdos de momentos de miedo.
- Hipotálamo: Es el que activa la reacción de lucha o huida.
- Hipotálamo: activa la respuesta de «lucha o huida». El proceso de la creación del miedo empieza con un estimulo aterrador y finaliza con la respuesta de lucha o huida.
Reacción Bioquímica
Contenidos
El miedo es una emoción natural y un mecanismo de supervivencia. Cuando confrontamos un peligro percibido, el cuerpo humano responde de maneras específicas. Las reacciones físicas al miedo incluyen sudoración, aumento de la frecuencia cardíaca y altos niveles de adrenalina que nos hacen extremadamente alertas.
Esta respuesta física también se conoce como la respuesta de «lucha o huida» , en la que su cuerpo se dispone para entrar en combate o huir. Esta reacción bioquímica es factiblemente un desarrollo evolutivo. Es una respuesta inconsciente que es crucial la nuestra supervivencia.
Respuesta emocional
La reacción emocional ante el miedo es muy individual. Debido a que el miedo incluye algunas de las mismas respuestas químicas es el cerebro que las emociones positivas como la felicidad y la emoción, sentir o percibir el miedo bajo algunas circunstancias puede ser visto como divertido, como cuando se ven películas de miedo.
Ciertas personas son amantes de la adrenalina, prosperan en los deportes extremos y otras situaciones emocionantes que provocan miedo. Por otro lado, hay personas que tienen una respuesta negativa a la sensación de miedo, por ello evitan situaciones que generan miedo a toda costa. Aunque el miedo presenta la misma reacción física, puede ser percibido como positivo o negativo dependiendo de la persona.
¿Cómo se produce?
Para que la respuesta de lucha o huida sea producida, el hipotálamo activa dos sistemas: el sistema nervioso simpático y el sistema suprarrenal-cortical. El sistema nervioso simpático maneja vías nerviosas para iniciar reacciones en el cuerpo, y el sistema suprarrenal-cortical maneja el torrente sanguíneo. Los resultados combinados de estos dos sistemas son la respuesta de lucha o huida.
Cuando el hipotálamo le indica al sistema nervioso simpático que se ponga en marcha, el efecto colectivo es que el cuerpo se acelera, se tensa y generalmente se pone muy alerta.
Si hay un ladrón en la puerta, tendrá que actuar, y rápido. El sistema nervioso simpático envía impulsos a las glándulas y los músculos lisos y le dice a la médula suprarrenal que libere epinefrina (adrenalina) y noradrenalina al torrente sanguíneo. Estas «hormonas del estrés» causan varios cambios en el cuerpo, incluido un aumento en la frecuencia cardíaca y la presión arterial.
¿Por qué tenemos miedo?
Si no pudiéramos tener miedo, no sobreviviríamos por mucho tiempo. Estaríamos caminando hacia el tráfico que se avecina, bajando de los tejados y manejando negligentemente serpientes venenosas. Saldríamos con personas que poseen tuberculosis.
En los humanos y en todos los animales, el propósito del miedo es promover la supervivencia. En el curso de la evolución humana, las personas que temían lo correcto sobrevivieron para transmitir sus genes. Al transmitir sus genes, el rasgo del miedo y la respuesta al mismo se seleccionaron como beneficiosos para la raza.
Consejos para Manejar el Miedo
- Evitar la evitación: La única forma de lidiar con el miedo es enfrentarlo. Evitar nuestros miedos solo nos impide avanzar, nos pone ansiosos. Si ha experimentado un trauma, es especialmente importante trabajar con un terapeuta para crear un ambiente seguro donde pueda enfrentar su miedo y reconstruir sus recuerdos.
- Desarrollar un sentido saludable de control personal: El acento está en el «control personal». Las personas resistentes al estrés centralizan su energía en los sucesos sobre los que tienen influencia, en lugar de situaciones fuera de su control.
- Promover la positividad: El temor nos hace sentir y recordar eventos negativos, lo que vigoriza nuestra sensación de que el mundo es un lugar temible. Eso se puede cambiar notando intencionalmente lo que es positivo: la alegría que sentimos cuando vemos a alguien que amamos, el placer de un día soleado, la belleza de la naturaleza, la diversión de una excursión, el humor en una situación.
- Obtener apoyo: El miedo también puede hacernos sentir desligados de los demás. Los amigos y la familia pueden ayudarnos a hacer una evaluación realista de la amenaza. Con el apoyo de otros, nos sentimos más seguros de que podemos lidiar con los problemas. Y físicamente, tener un ser querido cercano nos calma y reduce la respuesta de lucha o huida.
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